Estimado lector, antes que nada disculpe usted el atraso en la redacción de este blog, permitame comentarle que tuve que resolver algunos asuntos de familia que robaron casi por completo mi atención y tiempo, pero que finalmente han sido cerrados, por lo que vengo nuevamente a tratar de sorprenderlo con las palabras que escribo a continuación.
Siguiendo un patrón prehispánico de conquista, donde las tropas del pueblo vencido se unían a las tropas del pueblo vencedor, muchos pueblos del Altiplano Central se sumaron a las huestes españolas en su camino desde la costa hacia el Centro de México.
A cambio, esperaban obtener recompensas como la concesión de tierras y la exención de tributos. Pero el mundo había cambiado y en el nuevo contexto había que dirigirse a la Corona española para obtener dichas prerrogativas.
La nobleza indígena tuvo entonces que adaptarse y aprender las formas castellanas para hacer su correspondiente solicitud. Viendo, además, que los conquistadores españoles eran recompensados con un escudo de armas, también solicitaron los suyos, tal como testimonian numerosas cartas y cédulas reales.
Muchas de estas concesiones sucedieron durante el siglo XVI, donde los soberanos españoles concedieron escudos de armas, títulos y tierras entre otras cosas para recompensar individualmente a los que apoyaron en la Conquista Española, siendo entre los años 1523 y 1585, cuando se concedieron por lo menos dos docenas de armas a caciques que apoyaron durante la conquista, sobretodo a nobles tlaxcaltecas en memoria de sus servicios o de los servicios de sus padres a Cortés.
Dentro de las armas concedidas, que iremos viendo a través de las próximas entradas, podremos observar ciertos patrones como escudos cuartelados, donde el primer y tercer cuartel vienen cargados de elementos indígenas, y el segundo y cuarto cuartel usualmente presentan versiones tradicionales de las armas españolas correspondientes a los apellidos castellanos adoptados por los indígenas; también se presentan borduras con motes en latín de naturaleza litúrgica; la mayoría de estos blasones son ejemplos de la incorporación de la flora, fauna, arquitectura, armas, creaturas mitológicas y otros objetos endémicos de la nación conquistada, como elementos heráldicos de sus blasones (sugerencia de lectura: Influencia de hechos y símbolos prehispánicos en la Heráldica Europea y Nacional).
Iniciaremos este recorrido con un escudo de armas cuartelado concedido por el Emperador Carlos V el 6 de enero de 1534 a Diego Cortés Chimalpopoca, cacique de Almoloya. En el primer cuartel, una palmera de sinople sobre un campo de oro, en el segundo y tercer cuartel, un brazo armado sosteniendo un arco y una flecha que emergen de un arroyo de agua sobre un campo de gules, en el cuarto cuartel, dos tigres afrontados, uno de oro y otro de sable luchando sobre un campo de plata, finalmente una bordura de azur cargada con letras en oro diciendo AVE MARIA, GRATIA PLENA, como bien lo explica la cédula concedida:
Dn. Carlos, por la divina clemencia, Emperador de los Romanos, etc., y Dña. Juana, su madre. Titulo y Privilegio de Armas, perteneciente a Dn. Diego Cortés Chimalpopoca, Cacique del Pueblo de Almoloya. – Por cuanto vos Dn. Diego Ximenez, Cortés Chimalpopoca, Cacique y Señor natural del Pueblo de Almoloya, sujeto a Sultepec, que está y reside en esa tierra de la Nueva España, nos hicisteis relación diciendo que nos servisteis en la Conquista y Pasificación de ella y de su comarca, con vuesta persona y armas, ayudando a los españoles en todo lo que fué posible, trayendo y reduciendo a toda la gente bárbara que andaba desparramada en los montes y quebradas de esta tierra de la Religión de Nuestra Santa Fé Católica, donde pasaisteis muchos trabajos, hambres y necesidades, poniendo en gran riesgo y peligros vuestra vida, especialmente en la frontera de Chichimecas y Provincias de Michoacán, donde los Principales de ellas en compañia de crecido número de gentes, venian sobre los españoles, poniendoles recio cerco, congiedolos sin consierto, hasta que voz con la ayuda de Nuestro Señor, les hicisteis cruda guerra en que algunos de ellos cayeron muertos en tierra y a causa de esto se retrajeron los demas, por lo cual ceso la guerra y la dicha gente españoles, se remedió como era notorio al de Nuestro Concejo de las Indias, por cierta probanza y diligencia que por ellos fué vista, me pedisteis y suplicasteis por merced que en renumeración de los dichos vuestros servicios y trabajos y por que de ellos quedase memoria vos mandasemos dar por armas un escudo, hecho cuatro partes, en alto superior, una palma verde en campo de oro, por la victoria que alcansaisteis en la dicha guerra y en el cuarto inferior un brazo armado que salga de un arroyo de agua, con un arco y una saeta en la mano, en campo colorado y en el otro cuarto, dos tigres empinados de negro y oro, en campo de plata y por orla un rótulo con unas letras de oro, que digan: AVE MARIA, GRATIA PLENA, en campo azul, y encima de dicho escudo un yelmo cerrado con unos follages de negro y oro que salgan encima de el unos plumages de colores con sus trascoles y dependencias a follages de negro y oro, o como la vuestra merced, fuese servido, e nos atacando los vuestros servicios y por que de vos y ellos quedase memoria y vos y vuestros descendientes seais mas honrados, por la presente os declaramos por tal Cacique y Señor Natural del Pueblo de Almoloya y vos hacemos merced para que podais traer y poner las dichas armas de suso declaradas, que así vos concedemos en un escudo a tal, como está segun aquí va pintado y figurado, las cuales vos damos por vuestras armas conocidas, etc. etc. – Dado en Zaragoza a 6 de enero de 1534. – YO EL REY. – Fray Garcia, Cardinalis. – El Dr. Beltrán. – El Licdo. Maldonado Peñaloza. Yo Francisco de los Cobos, Comendador Mayor de León.
Así pues, espero que haya disfrutado de estas letras, saludos y nos leemos en la siguiente entrada.