viernes, noviembre 11, 2016

Heráldica en las Calles

No recuerdo con mucha certeza si estas imágenes ya fueron publicadas en entradas anteriores, pero no quiero olvidar hacerlo. 

Saludos !!







martes, noviembre 08, 2016

Catedral de México: Heráldica Eclesiástica

Armas de la Arquidiócesis Primada de México

“La Catedral de México representa, como las demás catedrales de América, la continuación de la serie magnífica de catedrales españolas. Su parentesco no es simplemente el que implica una semejanza de conjunto. Viene de más hondas raíces: al ser construida, sus autores tuvieron presentes las catedrales españolas que habían sido edificadas antes. La idea primordial fue construir una catedral semejante a la de Sevilla y aun parece que el templo fue trazado así, pero tan loca ambición por grandiosa, era desproporcionado: el arzobispo Montúfar hubo de contentarse con edificar un templo semejante a la catedral nueva de Salamanca o la de Segovia. Su estructura es muy parecida a la de estos últimos templos, pero también influyó no poco la de Jaén.” Seguir Leyendo.

Este blog ha hablado mucho de la heráldica gentilicia y estatal que subsiste en las calles de la Ciudad de México o bien de aquellas personas que deseamos conservar la herencia y la noble tradición de la Ciencia Heroica, pero poco he hablado de la Heráldica Eclesiástica, la cual y gracias a sus protocolos, aún mantiene el uso de blasones tanto en sus instituciones como en las personas que ocupan sus diferentes jerarquías. Así pues, la redacción de esta entrada es la introducción a la recopilación de esta información y el propósito de seguir generando interés y preservación de un México Heráldico.

Tomando como introducción el breve párrafo inicial de esta entrada, es necesario continuar diciendo que en 1524 Hernán Cortés hizo poner la primera piedra de la catedral encima del templo de Quetzalcóatl en Tenochtitlán, pero no fue inaugurada hasta 1813, tras un largo proceso de construcción de casi 300 años, durante el cual se registraron inundaciones, incendios, saqueos y terremotos.


Es ya conocida por las mayorías, la antigua tradición cristiana-romana de enterrar a arzobispos en las entrañas de sus santuarios, sin que el público supiese en dónde se encontraban los cuerpos. La palabra en latín cripta, cuyo significado etimológico quiere decir “esconder”, lo ilustra perfecto. El término de cripta fue utilizado en épocas medievales para llamar así a las cámaras mortuorias diseñadas de roca que se hallaban en los suelos y paredes de los recintos religiosos; bóvedas generalmente grandes que ocupaban toda la zona subterránea de una iglesia. La mayoría de ellas son diseñadas con cierto lujo, pues, al igual que sus espacios destinados a la oración, poseen una espectacular arquitectura celestial con curvas, pilares y motivos barrocos o neogóticos preciosos.

La Ciudad de México, como gran auge de la filosofía católica, diseñó también una gran cámara mortuoria en las profundidades de la Catedral Metropolitana. Se trata de un acervo de 10 mil criptas distribuidas en 14 capillas, que lleva por nombre tal cual la Cripta de los Arzobispos. Aunque suena a colección de cementerio, es real, nuestra Catedral monumental puede parecer muy pequeña desde fuera pero por dentro aguarda un excepcional universo cultural.

La Cripta de los Arzobispos se encuentra justo debajo del Altar de los Reyes, mandada a construir por el Arzobispo Monseñor Luis María Martínez y Rodríguez en 1937. A pesar de tener relativamente poco, la cripta aguarda hasta los restos del primer arzobispo de México, fray Juan de Zumárraga, quien murió en el año de 1548. A su construcción, se encontraron numerosas piezas arqueológicas precolombinas y los objetos fueron trasladados al Templo Mayor pero en la cripta arzobispal se mantuvieron una calavera y una piedra de sacrificios.



En este lugar también reposan los 39 arzobispos que ha tenido esta ciudad, desde Fray Juan de Zumárraga, a quien le corresponde el número uno de la lista. Hay tres gavetas más: la 40, 41 y 42, pero están vacías: en este orden son de Miguel Darío Miranda, Ernesto Corripio Ahumada y Norberto Rivera Carrera. De estos tres, Norberto Rivera está vivo, pero los restos mortales de Ernesto Corripio Ahumada esperan en un nicho especial situado al lados de la puerta de hierro en los llamados "pudrideros". Según la costumbre aquí esperan los últimos arzobispos muertos para que años después, cuando muera el que los sustituyó, saquen sus cuerpos y sean depositados en la pared con su correspondiente tapa de cobre, el número correspondiente y sobretodo su escudo de armas, los cuales se muestran a continuación para su apreciación.

Saludos!!






















viernes, noviembre 04, 2016

Palacio del Conde de Guadalupe del Peñasco o Casa de la Acequia



Titulo otorgado el 26 de Enero de 1768 por Carlos III a D. Francisco Javier de Mora y Luna, como Conde de Nuestra Señora de Guadalupe del Peñasco, Capitán de Caballos Corazas de Nueva España. La actual denominación data de 1993.


Ubicado en la calle Francisco I. Madero No. 74, la Casa de la Acequia es un bello edificio colonial con más de cuatro siglos de antigüedad y a pesar de ello, se ha mantenido en perfectas condiciones, por lo cual es considerada como un ejemplo de conservación arquitectónica.

La historia de este singular edificio se remonta al siglo XVI, cuando fue construido a orillas de lo que fuera la acequia de Regina, la cual corría de forma diagonal y estaba cruzada por el puente del Monzón. Así, en el interior del predio fue puesta en pie una estructura tipo torreón, cuya altura llamaba la atención de quienes transitaban por esa zona de la ciudad; algunos expertos señalan que dicho elemento no sólo fue concebido para funcionar como puesto de vigilancia, sino que además fue utilizado como esclusa para controlar el agua del canal.



La Casa de la Acequia llama la atención porque en su interior se localizan tres crujías de habitaciones, las cuales están distribuidas en dos plantas a los costados de un patio con forma trapezoidal, en armonía con el curso de la acequia; a su vez el inmueble resulta interesante por los vestigios de pinturas murales que fueron plasmadas en las paredes de algunos cuartos.

A pesar de que la Casa de la Acequia se hizo famosa desde su construcción, no se cuenta con documentos que hablen sobre la identidad del dueño original, por esta razón, los primeros datos a la mano señalan que el inmueble fue adquirido en el siglo XVII por la familia del Conde de Santa María de Guadalupe y Peñasco, quienes destinaron el lugar al establecimiento de un beaterio, el cual funcionó como una casa de retiro en donde las señoras adineradas seguían algunas de las órdenes de religiosas.


Hoy en día, la Casa de la Acequia es frecuentada por miles de turistas que acuden a ella para conocer la antigua cede de dos importantes espacios dedicados a la actividad cultural: El Ateneo Español el México y El Ágora Cultural Alfonso Reyes. Una vez adentro, el visitante podrá conocer un poco más sobre este enigmático lugar, en el que presuntamente nació Daniel Cosío Villegas (1898-1976), creador de la librería Fondo de Cultura Económica y conocido como uno de los fundadores de la Escuela Nacional de Economía.

Hoy día alberga al Museo Mexicano del Diseño, con la curiosidad de que esta institución ha adoptado el lema de este noble linaje, "Læva in circuitu oculos tuos et vide" en latin, el cual significa “Levantar la mirada y contemplar nuestro alrededor” en español.





viernes, julio 15, 2016

Heráldica en las Calles

A un año de haber casi abandonado por completo este pequeño sitio, el día de hoy se comparten las imágenes de algunas armas que aún existen en las calles de la Ciudad de México.







domingo, julio 26, 2015

sábado, julio 18, 2015

Diseño de Armas

El día de hoy y después de una larga ausencia, se proponen las armas familiares de mis hijos a tres generaciones:


miércoles, enero 14, 2015

Palacio de los Condes de la Cortina

Título concedido el 15 de Enero de 1783 por Carlos III a D. Servando Gómez de la Cortina, Coronel de Milicias de México y Caballero de la Orden de Santiago.


Unos años antes, concretamente en el año 1.737, su tío don José Gómez de la Cortina había emprendido, desde la citada Cosgaya, su marcha hacia México en busca de fortunas que, debido a su trabajo, a su sapiencia y a su visión de futuro, no tardaron en llegar. D. José no tuvo familia y viendo que necesitaba a alguien en quien confiar y por quien trabajar, se fijó en el joven Servando, su sobrino. De esta manera, empujado y animado por su tío, llegó a tierras aztecas, para establecerse siempre a la sombra de su tío y llegar a ser el sucesor del mayorazgo fundado por D. José, vinculado a las grandes haciendas mexicanas de San Francisco (después llamada San Servando) de Tlahuelipán y Santa Bárbara.

El Palacio que habito fue construido en el último año del siglo XVIII, uno de sus descendientes, José Justo Gómez de la Cortina, un activo intelectual y político, que además de legar varias de sus colecciones, fue el autor de la leyenda “La calle de don Juan Manuel”, leyenda ubicada en el siglo XVII, pero que bien podría estar basada en la vecindad que sus ancestros tuvieron con los condes de la Torre Cosío. La última residente de la familia murió en 1846. La construcción fue afectada por la apertura de la avenida 20 de Noviembre.


Su fachada contiene una serie de características notables. Tiene una torreta cubierta de teja, en una torre con bastiones decorativos que tienen reminisencias del siglo XVI, y gárgolas en forma de cañón. Las áreas planas de la fachada están cubiertas de tezontle y el marco de la ventana y la puerta están realizados en chiluca, una roca de color blanco grisáceo. También tiene un amplio balcón con barandales de hierro forjado que descansan sobre la puerta principal. El portal principal tiene un arco trilóbulado de piedra tallada. La puerta todavía tiene los pernos metálicos originales, que eran signo de riqueza en el siglo XVII. 


A pesar de haber sido declarado monumento nacional en 1931, el edificio fue parcialmente destruido para dar paso a la avenida 20 de Noviembre. Además, nada del interior del edificio sobrevivió, ya que fue adaptado para su uso comercial.