Título nobiliario español creado por Real Decreto el 14 de febrero de 1627 y Real Despacho de 29 de marzo del mismo año, por el rey Felipe IV, a favor de Rodrigo de Vivero Aberrucia, Vizconde de San Miguel, señor de Tecamachalco (en Nueva España), Capitán General de las Islas Filipinas y de Nueva Vizcaya.
Ubicada en la antigua calle de San Francisco, hoy Francisco I. Madero, frente al acceso del Convento Grande de San Francisco se localiza la conocida “Casa de los Azulejos”, si bien ya hemos platicado de este lugar en una entrada anterior, es importante incluirla dentro de la recopilación de los palacios y casas señoriales que hemos venido haciendo.
Perteneciente a don Daniel Martínez, esta propiedad fue adquirida por Diego Suárez de Peredo en 1596, cuya hija contrajo matrimonio con Luis de Vivero, Segundo Conde del Valle de Orizaba. El edificio actual data de 1737, fecha en que fue reconstruido por la Quinta Condesa del Valle de Orizaba, quien había vivido durante varios años en la ciudad de Puebla de los Ángeles, motivo por el cual, probablemente decidió recubrir su casa con azulejos, característica de la arquitectura poblana del virreinato.
Por los títulos nobiliarios que ostentaba la familia, la casa debió contar originalmente con los espacios propios de un gran palacio, como: el Salón del Dosel o del Trono, el Salón del Estrado y una Capilla Doméstica, además del Salón de la Asistencia, las habitaciones, el comedor, el repostero, la despensa, la cocina, los cuartos de servicio, las letrinas, los placeres, etc.
De acuerdo con un inventario de bienes que decoraban la casa en 1740, en ella se encontraban numerosas pinturas, muebles finos provenientes de oriente, Europa y México, candiles, jarrones, objetos diversos realizados en plata, porcelana china y cerámica poblana, espejos, textiles, objetos de cristal y libros entre otros costosos objetos. Y en un avalúo realizado en 1871, se detalla que la casa estaba compuesta de tres niveles y dos patios, que el acceso principal se realizaba por la calle de San Francisco y que en los bajos se encontraban el amplio zaguán, accesorias al frente y el patio principal con una fuente. Menciona también que en el patio posterior se localizaban los lavaderos, siete cuartos, cochera, caballeriza y tres fuentes.
Recién consumada la Independencia de México, para el 27 de septiembre del año de 1821, en que se realiza la entrada truinfal a la Ciudad de México en la todavía llamada Calle de San Francisco por parte del Ejército Trigarante al mando de Agustín de Iturbide, es levantado un arco del truinfo engalanado con flores, guirnaldas y alegorías pintadas en los soportes de dicho arco que representaban al nuevo gobierno, cuya hechura y detalles fueron elborados por artesanos de la ciudad. En ese momento se le hizo la entrega de las llaves doradas de la ciudad a Agustín de Iturbide por parte del Ayuntamiento. Tal memorable suceso fue plasmado en la acuarela titulada como la Entrada del ejército Trigarante a México, de autor anónimo. A la derecha de la obra, aparece la Casa de los Azulejos, cuyos balcones lucen engalanados por terciopelos de color carmesí.
Poco tiempo después, con la abdicación de Iturbide, los títulos Condales así como demás títulos nobiliarios que fueron otorgados por el Rey de España fueron suprimidos, por lo cual los escudos nobiliarios de las fachadas fueron borrados de los palacios y las casonas señoriales de México, y en el caso de la Casa de los Azulejos no fue la excepción.
Uno de los sucesos que acontecieron en ésta casa y marcó una tragedia en sus habitantes, fue el asesinato del ex-Conde Andrés Diego Suárez de Peredo, descendiente de Don Rodrigo de Vivero a manos del Oficial Manuel Palacios, ocurrido al bajar las escaleras del patio del palacio. Tal crimen sucedió durante el Motín de la Acordada, cuando se desató el saqueo en la ciudad. Los hechos refieren a una venganza por parte de Manuel Palacios en contra del ex-Conde, quien se oponía a que Palacios tuviera una relación formal con una joven de la familia. El Oficial, una vez encontrado culpable del crimen fue sentenciado a garrote vil, ejecutándose frente a la llamada Plaza de Guardiola.
La casa continuó en manos de los descendientes del Conde hasta el año de 1871, que fue habitada por la última descendiente del título del Condado del Valle de orizaba, también en ese año se decide ponerla en venta, siendo adquirida por un abogado de apellido Martínez de la Torre, el cual fue el dueño de la propiedad tan solo por seis años debido a su muerte, por lo cual el palacio es puesto en venta de nuevo pasando a manos de la familia Yturbe Idaroff, quienes fueron los últimos habitantes en darle un uso residencial al palacio.
Don Felipe de Yturbe y del Villar, deja la propiedad a su primogénito Don Francisco-Sergio de Yturbe e Idaroff, éste realiza los trabajos de readaptación del inmueble durante la apertura de la Calle Cinco de Mayo, por lo cual la parte Norte del edificio se reduce en unos veinte metros, y en el trabajo de sus respectivas fachadas se ordena cubrir con azulejos y labrado de cantera en las molduras de las ventanas, imitando el diseño original de la Calle Francisco I. Madero.
El palacio perteneció a la familia Yturbe desde el año de 1878, pero todavía lo habitó hasta el año de 1881, cuando la ofrecieron en renta, pasando a formar la sede del Jockey Club de México, uno de los varios centros de reunión más exclusivos de la élite porfiriana, quien decidió ocupar tan imponente palacio en una de las avenidas más afrancesadas de la capital, que también comenzaba a transformarse.
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