martes, noviembre 08, 2016

Catedral de México: Heráldica Eclesiástica

Armas de la Arquidiócesis Primada de México

“La Catedral de México representa, como las demás catedrales de América, la continuación de la serie magnífica de catedrales españolas. Su parentesco no es simplemente el que implica una semejanza de conjunto. Viene de más hondas raíces: al ser construida, sus autores tuvieron presentes las catedrales españolas que habían sido edificadas antes. La idea primordial fue construir una catedral semejante a la de Sevilla y aun parece que el templo fue trazado así, pero tan loca ambición por grandiosa, era desproporcionado: el arzobispo Montúfar hubo de contentarse con edificar un templo semejante a la catedral nueva de Salamanca o la de Segovia. Su estructura es muy parecida a la de estos últimos templos, pero también influyó no poco la de Jaén.” Seguir Leyendo.

Este blog ha hablado mucho de la heráldica gentilicia y estatal que subsiste en las calles de la Ciudad de México o bien de aquellas personas que deseamos conservar la herencia y la noble tradición de la Ciencia Heroica, pero poco he hablado de la Heráldica Eclesiástica, la cual y gracias a sus protocolos, aún mantiene el uso de blasones tanto en sus instituciones como en las personas que ocupan sus diferentes jerarquías. Así pues, la redacción de esta entrada es la introducción a la recopilación de esta información y el propósito de seguir generando interés y preservación de un México Heráldico.

Tomando como introducción el breve párrafo inicial de esta entrada, es necesario continuar diciendo que en 1524 Hernán Cortés hizo poner la primera piedra de la catedral encima del templo de Quetzalcóatl en Tenochtitlán, pero no fue inaugurada hasta 1813, tras un largo proceso de construcción de casi 300 años, durante el cual se registraron inundaciones, incendios, saqueos y terremotos.


Es ya conocida por las mayorías, la antigua tradición cristiana-romana de enterrar a arzobispos en las entrañas de sus santuarios, sin que el público supiese en dónde se encontraban los cuerpos. La palabra en latín cripta, cuyo significado etimológico quiere decir “esconder”, lo ilustra perfecto. El término de cripta fue utilizado en épocas medievales para llamar así a las cámaras mortuorias diseñadas de roca que se hallaban en los suelos y paredes de los recintos religiosos; bóvedas generalmente grandes que ocupaban toda la zona subterránea de una iglesia. La mayoría de ellas son diseñadas con cierto lujo, pues, al igual que sus espacios destinados a la oración, poseen una espectacular arquitectura celestial con curvas, pilares y motivos barrocos o neogóticos preciosos.

La Ciudad de México, como gran auge de la filosofía católica, diseñó también una gran cámara mortuoria en las profundidades de la Catedral Metropolitana. Se trata de un acervo de 10 mil criptas distribuidas en 14 capillas, que lleva por nombre tal cual la Cripta de los Arzobispos. Aunque suena a colección de cementerio, es real, nuestra Catedral monumental puede parecer muy pequeña desde fuera pero por dentro aguarda un excepcional universo cultural.

La Cripta de los Arzobispos se encuentra justo debajo del Altar de los Reyes, mandada a construir por el Arzobispo Monseñor Luis María Martínez y Rodríguez en 1937. A pesar de tener relativamente poco, la cripta aguarda hasta los restos del primer arzobispo de México, fray Juan de Zumárraga, quien murió en el año de 1548. A su construcción, se encontraron numerosas piezas arqueológicas precolombinas y los objetos fueron trasladados al Templo Mayor pero en la cripta arzobispal se mantuvieron una calavera y una piedra de sacrificios.



En este lugar también reposan los 39 arzobispos que ha tenido esta ciudad, desde Fray Juan de Zumárraga, a quien le corresponde el número uno de la lista. Hay tres gavetas más: la 40, 41 y 42, pero están vacías: en este orden son de Miguel Darío Miranda, Ernesto Corripio Ahumada y Norberto Rivera Carrera. De estos tres, Norberto Rivera está vivo, pero los restos mortales de Ernesto Corripio Ahumada esperan en un nicho especial situado al lados de la puerta de hierro en los llamados "pudrideros". Según la costumbre aquí esperan los últimos arzobispos muertos para que años después, cuando muera el que los sustituyó, saquen sus cuerpos y sean depositados en la pared con su correspondiente tapa de cobre, el número correspondiente y sobretodo su escudo de armas, los cuales se muestran a continuación para su apreciación.

Saludos!!