miércoles, enero 14, 2015

Palacio de los Condes de la Cortina

Título concedido el 15 de Enero de 1783 por Carlos III a D. Servando Gómez de la Cortina, Coronel de Milicias de México y Caballero de la Orden de Santiago.


Unos años antes, concretamente en el año 1.737, su tío don José Gómez de la Cortina había emprendido, desde la citada Cosgaya, su marcha hacia México en busca de fortunas que, debido a su trabajo, a su sapiencia y a su visión de futuro, no tardaron en llegar. D. José no tuvo familia y viendo que necesitaba a alguien en quien confiar y por quien trabajar, se fijó en el joven Servando, su sobrino. De esta manera, empujado y animado por su tío, llegó a tierras aztecas, para establecerse siempre a la sombra de su tío y llegar a ser el sucesor del mayorazgo fundado por D. José, vinculado a las grandes haciendas mexicanas de San Francisco (después llamada San Servando) de Tlahuelipán y Santa Bárbara.

El Palacio que habito fue construido en el último año del siglo XVIII, uno de sus descendientes, José Justo Gómez de la Cortina, un activo intelectual y político, que además de legar varias de sus colecciones, fue el autor de la leyenda “La calle de don Juan Manuel”, leyenda ubicada en el siglo XVII, pero que bien podría estar basada en la vecindad que sus ancestros tuvieron con los condes de la Torre Cosío. La última residente de la familia murió en 1846. La construcción fue afectada por la apertura de la avenida 20 de Noviembre.


Su fachada contiene una serie de características notables. Tiene una torreta cubierta de teja, en una torre con bastiones decorativos que tienen reminisencias del siglo XVI, y gárgolas en forma de cañón. Las áreas planas de la fachada están cubiertas de tezontle y el marco de la ventana y la puerta están realizados en chiluca, una roca de color blanco grisáceo. También tiene un amplio balcón con barandales de hierro forjado que descansan sobre la puerta principal. El portal principal tiene un arco trilóbulado de piedra tallada. La puerta todavía tiene los pernos metálicos originales, que eran signo de riqueza en el siglo XVII. 


A pesar de haber sido declarado monumento nacional en 1931, el edificio fue parcialmente destruido para dar paso a la avenida 20 de Noviembre. Además, nada del interior del edificio sobrevivió, ya que fue adaptado para su uso comercial.