viernes, noviembre 04, 2011

La Imperial Orden de Guadalupe (2a Parte)

ORDEN IMPERIAL DE GUADALUPE (Tercera Época)

El 7 de junio de 1863, las tropas del ejército francés, comandadas por el General Bazaine, entran victoriosas a la ciudad de México. Nueve días más tarde, el 16 de junio, se integra, por orden del máximo jefe del ejército intervencionista francés, General Forey, una Junta de Gobierno compuesta por treinta y cinco personas cuya función sería la de elegir a tres mexicanos para que se hicieran cargo del Poder Ejecutivo, e igualmente se constituye una Junta de Notables compuesta por doscientas quince personas para que determinaran la forma de gobierno que deseaban para México.

El 10 de julio de 1863, la Junta de Notables emitió el siguiente dictamen:

  1. La nación mexicana adopta por forma de gobierno la monarquía moderada, hereditaria, con un príncipe católico.
  2. El Soberano tomará el título de Emperador de México.
  3. La corona imperial de México se ofrece a S. A. I. y R., el príncipe Maximiliano, Archiduque de Austria, para sí y sus descendientes.
  4. En caso que, por circunstancias imposibles de prever, el Archiduque Maximiliano no llegase a tomar posesión del trono que se le ofrece, la nación mexicana se remite a la benevolencia de S. M. Napoleón III, emperador de los franceses, para que le indique otro príncipe católico.

Al día siguiente se acordó que el Poder Ejecutivo tomase el nombre de Regencia del Imperio, y con este nombre duraría hasta el 20 de mayo de 1864, cuando fue disuelto al hacerse cargo de ese poder, Juan Almonte en su calidad de lugarteniente del Imperio.

Ferdinand Maximilian Joseph von Habsburg-Lothringen, Archiduque de Austria y Príncipe de Hungría y Bohemia, entraría en la ciudad de México el 12 de junio de 1864.

El Emperador con el Gran collar de la Orden
La prioridad de la Regencia nombrada por los franceses, era el restituir la Orden de Guadalupe, así que el 1º de julio de 1863 es restituida y hasta 1864, es confirmada por el Emperador Maximiliano de Habsburgo.


En esta ocasión los grados de la orden eran diversos:
  • Gran Maestre: El Emperador.
  • Grandes Cruces: En número no mayor de treinta.
  • Grandes Oficiales: No pasaban de cien.
  • Comendadores: Hasta ciento cincuenta.
  • Caballeros Supernumerarios: En número ilimitado a criterio del Gran Maestre de la orden.

El Emperador Maximiliano, decretó los estatutos de la Orden de Guadalupe, con algunas modificaciones, el 10 de abril de 1865, con el objeto de recompensar el mérito, las virtudes cívicas, y el mérito distinguido. 


Cada 12 de diciembre, fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, se hacían los nombramientos de los Caballeros y en la fecha del cumpleaños del emperador, que era el 6 de julio.

Además de las veneras y cruces de la orden, había un collar, con águilas alternadas con coronas de laurel en las cuales y dentro de ellas, llevaban las letras “A.I.”, iniciales de Agustín de Iturbide, fundador de la orden. 

La Orden de Guadalupe se extinguió definitivamente y para siempre cuando desaparece el Segundo Imperio Mexicano en 1867.

Ahora bien, seguramente se preguntara, noble lector, como se investía a un Caballero de la Orden de Guadalupe, pues he aqui un fragmento de este distinguido Ceremonial, el cual corresponde a la Segunda Época de la existencia de esta Orden:


…y luego que aquel sea llamado por el Presidente, llevándolo el Padrino a su derecha, y haciendo ambos genuflexión al altar, pasara el agraciado á ponerse delante del Presidente y le presentara el Titulo que haya recibido, para que lo reconozca y haga leer al Secretario en voz alta; en seguida el Padrino presentara  al Eclesiástico la espada del agraciado, puesta en una bandeja para que la bendiga, y haciendo este Eclesiástico la señal de la Cruz dira:

“Benedic, Domine Sancte Pater, Omnipotens Aeterne Deus, per invocationem Sancti tui nominis, per adventum Christi Filli tui, Domini nostri, per donum Spiritus Sancti Paracliti, et per Beatae Mariae Virginis merita, hunc ensem, ut hic famulus tuus, N. (nombre del agraciado) qui hodierna, die eo, tua concedente pietate praecingitur, invisibiles inimicos sub pedibus conculcet, victoria que per omnia potitus maneat semper illaesus; per Christum Dominum nostro. Amen.”

Luego se arrodillara el agraciado ante el Presidente y este le preguntara: ¿Deseáis ser Caballero de la distinguida Orden Mexicana de Nuestra Señora de Guadalupe?

A lo que responderá el agraciado: Si deseo.

El Presidente le preguntara además: ¿Queréis ser Caballero de la distinguida Orden Mexicana de Nuestra Señora de Guadalupe?

Y responderá el agraciado: Si quiero.

Volvera a preguntarle el Presidente: ¿Estáis enterado de sus Estatutos y de las obligaciones que os imponen, sin ignorar nada de ellos?

Y responderá el agraciado: Si lo estoy.

El Presidente le preguntara por ultimo: ¿Estáis resuelto a cumplirlos y a guardarlos con la religiosidad propia de un Caballero cristiano y prometéis hacerlo así?

A lo que responderá el agraciado: Si lo estoy, y asi lo prometo.

El Presidente le dirá: Pues en virtud de esa promesa solemne que hacéis, y del deseo y voluntad que habéis manifestado, en este santo templo, y en presencia de esta sacrosanta imagen de nuestro Divino Redentor Jesucristo, el cual os ha de juzgar algún día, y hoy está viendo vuestro corazón, la Orden os recibe en su seno y os cuenta en el número de sus hijos.

Inmediatamente se levantara el agraciado, y puesto de rodillas delante de la mesa en que estén el Crucifijo y el libro de los Evangelios, poniendo la mano sobre él pronunciara en alta y clara voz, el juramento siguiente:

“Juro y prometo a Dios Nuestro Señor vivir y morir en nuestra sagrada religión Católica, Apostólica Romana: sostener y defender la independencia de mi patria, la integridad de su territorio, y las leyes que la rijan: no emplearme directa ni indirectamente en nada contrario a la acendrada lealtad que debo a la nación: respetar y obedecer al Gran Maestre de la Orden de Guadalupe: cuidar del auxilio de los pobres enfermos y desvalidos, individuos de ella: considerar como hermanos míos a todos sus Caballeros; y procurar en todos tiempos y por cuantos medios estén a mi arbitrio, la conservación , defensa y engrandecimiento de esta misma Orden, que hoy me hace la gracia de admitirme en su seno, y de contarme en el número de sus hijos."


Hecho este juramento, se levantara el agraciado y acompañándolo siempre el Caballero Padrino, se arrodillara de nuevo ante el Presidente, el cual, tomando de las manos del Padrino la espada bendita, la desenvainara, y haciendo con ella una cruz sobre la cabeza del agraciado, tocándole primeramente esta y luego cada uno de los hombros, le dirá mientras lo hace: Dios os haga buen Caballero, y la gloriosísima Virgen María Señora Nuestra Patrona de esta Orden. Dara a besar el puño de la espada al agraciado y se la ceñirá a este el mismo Presidente. En seguida el Padrino quitara al agraciado la casaca que tenga puesta, y vistiéndole la que se describe en el 14 de estos Estatutos , le pondrá la Cruz de la Orden, según la clase a que pertenezca el Caballero; y el Eclesiástico le pondrá el manto, diciendo al mismo tiempo esta oración:

“Exuat te Deus veterem hominem eum actibus suis, et induat te novum hominem, qui secundum Deum creatus es in iustitia et sanctitate, et veritate, in nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti, Amen.”

Concluida esta oración se levantara el nuevo Caballero, y recibirá un abrazo del Presidente; otro del Caballero Eclesiástico, y otro, de cada uno de los Caballeros asistentes, en sus respectivos asientos, dando el ultimo abrazo al Padrino. Concluido esto, el nuevo Caballero, se pondrá el sombrero y acompañado de su Padrino, pasara a ocupar el ultimo asiento, y estando sentado y con el sombrero puesto recibirá la bendición, que el Caballero Eclesiástico, desde el lugar que ocupe y puesto en pie, le dé diciendo: Exaudiat Deus benedicentis in nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti.

Inmediatamente después el Padrino dirá al nuevo Caballero que se ponga en pie, y permaneciendo en esta postura, le dirá el Presidente en alta voz:

“Habéis sido recibido en la Distinguida Orden Mexicana de Guadalupe, por un favor especial de Dios, y en virtud del título que habéis presentado del Gran Maestre, a quien todos nosotros debemos obediencia y que os ha hecho esta gracia en premio de vuestro mérito. Llevareis pues siempre las nobles insignias de nuestra Orden como un público y permanente recuerdo de lo que debéis a Dios, al Gran Maestre, y a la Orden que acaba de daros este nuevo lustre.”

Concluida esta alocución, se pondrán en pie todos los Caballeros, menos el Presidente, y los bendecirá el Caballero eclesiástico desde el frente del altar diciendo:

“Defende quaesumus Domine, Beata Maria semper Virgine intercedente, istam ab onmi adversitate tuam equestrem ordinem: et toto corde tibi postratam, ab hostium propitius tuere clementer insidiis, Amen. Deus det vobis fortitudinem, ad exaltandum gloriam eius, et faciat vos Salvos in ómnibus periculis, et benedicat vos in nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti, Amen.”

Con lo que concluirá la función.

Saludos, nos leemos en la siguiente entrada.