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viernes, marzo 21, 2014

Palacio de los Condes de San Mateo de Valparaíso


Título concedido el 14 de Agosto de 1727 por Felipe V a D. Fernando de la Campa Cos y de Cos, Alcalde de Zacatecas en Nueva España y  Caballero de la Orden de Alcántara.


Se localiza Isabel la Católica 44 y Venustiano Carranza, con cuatro siglos de existencia aproximadamente, este edificio ha adquirido mucha relevancia como un testigo mudo del transcurrir del tiempo, siendo una muestra de la transición entre la época prehispánica, el periodo colonial y el México contemporáneo. Por estos motivos, el inmueble llama la atención de quienes están de paseo por la Ciudad de México y visitan el Centro Histórico.


La Casa de los Condes de San Mateo Valparaíso fue instalada en un predio que en el siglo XVI  que fue concedido en el siglo XVI por el conquistador Hernán Cortés a Alonso Nortes, quien lo vendió más tarde a Juan Cermeño, quien se encargó de darle forma a una peculiar estructura que semejaba una fortaleza de piedra edificada con materiales extraídos de construcciones precolombinas. A partir de su construcción, el inmueble fue cedido a diversos propietarios, hasta que en el siglo XVII su historia de esplendor inicia cuando la propiedad llega a manos del acaudalado caballero José Miguel de Berrio y Zaldívar, marqués del Jaral, y su esposa, Ana María de la Campa y Cos, condesa de San Mateo de Valparaíso, quienes deciden edificar un verdadero palacio. Encomiendan la obra al arquitecto Francisco Antonio de Guerrero y Torres, arquitecto de origen español que se hizo famoso por su trabajo en el Palacio de Iturbide y la Capilla del Pocito, quien inicia la nueva construcción el 5 de diciembre de 1769 y la concluye el 9 de mayo de 1772, por lo cual era de esperarse que se obtuvieran excelentes resultados.


Dichos condes Tenían haciendas de Zacatecas (siendo la Hacienda principal la de San Mateo Valparaíso, Zacatecas), Guanajuato, Querétaro, Estado de México y casas en el D.F., tenían ganado, rastro y carnicería, tenían todo el proceso de la carne, lo que les permitía tener recursos cuantiosos, además de que como personaje fue benefactor de muchas obras de la iglesia de San Bernardo, el Colegio de las Vizcaínas, y tenía un cargo público dentro de la Casa de Moneda.

Este bello edificio colonial barroco fue ocupado como residencia señorial por más de 100 años, primero por sus constructores y luego por sus descendientes, doña Guadalupe Moncada de Fernández de Córdoba y don Manuel Fernández de Córdoba Moncada. Cuando se extinguió este mayorazgo, en 1867, la finca fue adjudicada a don Clemente Sanz. Más tarde pasó a su hija Dolores Sanz de Lavié, quien en abril de 1882 la vendió en 135 mil pesos, para oficina principal del recién fundado Banco Nacional Mexicano.

Hechas las reparaciones y trabajos de acondicionamiento para su nuevo uso, que importaron 53 mil 500 pesos, la institución pasó a ocuparla en julio de 1883. 11 meses más tarde, el 2 de junio de 1884, dicho banco y el Banco Mercantil Mexicano se fusionaron para construir el Banco Nacional de México, propietario desde entonces de esta obra maestra, cuyos méritos artísticos determinaron se le declarase monumento nacional.


De este modo, el inmueble tuvo que ser adaptado, por lo que el arquitecto Lorenzo Hidelsa se encargó de hacer leves modificaciones que involucraban la planta baja y el entresuelo, dando paso a un solo nivel en el que se albergaron oficinas destinadas a la actividad mercantil; como resultado, se conservó casi intacta la estructura arquitectónica, por lo cual, el 25 de febrero de 1932, este edificio fue considerado como un Monumento Artístico.

Sobre la arquitectura nos dice el historiador Bátiz Vázquez, el edificio tiene una elegante y sobria fachada compuesta de pilastras, o sea columnas cuadradas, adornadas de recuadros hundidos, bordeados de molduras ondulantes. Un cornisón divide sus dos pisos y da sustento a los balcones. Las pilastras sostienen la cornisa del palacio, que tiene friso convexo, lujosamente esculpido y gárgolas sostenidas por angelitos. Su portada principal luce un motivo esculpido, conformado por adornos vegetales y dos ángeles que sostienen el medallón oval donde aparece el escudo nobiliario de los Condes de San Mateo de Valparaíso.
Su escalera de desarrollo helicoidal, que se encuentra entre el primero y el segundo patio, es única en México: se trata, en realidad, de dos escaleras, la de honor y la de servicio, construidas en una sola estructura arquitectónica que resuelve el acceso a los pisos altos con gran señorío.
La azotea es una verdadera terraza, con barandales de hierro en vez de pretiles. En ella destacan las cúpulas de la capilla y de la escalera, que son del mismo corte y proporción que las de la iglesia del Pocito de la Basílica de Guadalupe, construidas 20 años después por el mismo arquitecto. En la esquina del edificio está el característico torreón coronado con la Virgen de Guadalupe, a la que eran muy devotos los condes de San Mateo de Valparaíso.


En su exterior, sobre el ángulo superior de la esquina aparece un torreón, conteniendo un nicho angular u hornacina que resguarda la imagen guadalupana, flanqueada por columnas salomónicas.

El palacio barroco, construido en sólida cantera y ligero tezontle resguarda obras de arte mexicanas, muebles de la época Colonial. Ahí podemos encontrar seis pinturas de “enconchados”, técnica ya desaparecida. La colección de arte del banco comprende lienzos del Virreinato hasta pinturas de autores contemporáneos, pasando por obras de dibujantes, acuarelistas y pintores del siglo XIX (mexicanos y extranjeros). También hay obras de Velasco, Clausell, Atl, y muestras de los tres grandes Orozco, Rivera y Siqueiros, además de otros preciados objetos.

Cabe mencionar como dato curioso, que este condado logro tener 33 haciendas y 22 capillas a lo largo del norte de México de entre ellas la hacienda más importante y la favorita del Conde, era la de San Mateo de Valparaíso, al sureste de Zacatecas, misma que devino su residencia habitual y de donde le vino el nombre a su título. Ahí construyó un palacio de majestuosas proporciones, del cual, al transcurso del tiempo, no quedó más que la fachada como testimonio de lo que fue aquel inmueble. En esta hacienda fue pionero en la Cría de los Toros de lidia de San Mateo Valparaíso que son hasta en nuestros días muy famosos.

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