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jueves, diciembre 06, 2012

Palacio de los Condes de la Torre de Cossío o Casa de Don Juan Manuel

Estimado lector, hace ya mas de un mes que no asomo las narices en este pequeño portal, esto debido a múltiples razones y obligaciones, pero el día de hoy dedico unos minutos a redactar esta entrada con el gusto de siempre.

El nombre por el que es conocida esta antigua casona del siglo XVIII, ubicada en República de Uruguay 90, tiene su origen en el siglo XVII, cuando habitó en este sitio un célebre personaje de nombre Don Juan de Manuel de Solórzano, de quien se dice murió ahorcado en el año de 1641.

Incluso, este tramo de la actual calle de Rep. de Uruguay era conocida como la calle de Don Juan Manuel. La leyenda refiere que un acaudalado caballero de nombre Don Juan Manuel de Solórzano, esposo de la bellísima doña Mariana de Laguna, sentía unos celos enfermizos por ella. Enloquecido e imaginando que su esposa le era infiel en su propia casa, decidió investigar y conocer quien era su furtivo amante.


Así, fue a visitar a un demoníaco brujo para que le dijera la forma de acabar con su imaginario rival. El brujo le aconsejo esperar en la puerta de su casa al supuesto amante de su esposa. Para ello, al acercarse el sujeto a la puerta de su casa, debería detenerlo y darle muerte, después de lo cual, el demonio le diría si realmente el sujeto muerto era su amante.

Siguiendo las indicaciones del brujo, Don Juan Manuel de Solórzano salía a la puerta de su casa a las once de la noche y al primer hombre que acertaba a pasar frente a su casa le preguntaba la hora, al contestarle “las once de la noche”, Don Juan Manuel le respondía “dichoso aquel que sabe la hora en que muere” y con su espada en mano daba artera muerte a los desafortunados hombres que habían tenido la mala fortuna de cruzarse por su camino.

Después de cada brutal asesinato, se dice que el demonio, sonriente le indicaba que el sujeto no era el amante de su esposa. Así, de esta forma, se dice que noche a noche aparecieron muertos distinguidos caballeros, entre los que se encontraban algunos familiares suyos. Sin haber dado muerte a su rival, triste y atemorizado fue a pedir ayuda a un sacerdote del convento de San Francisco, contándole a detalle lo sucedido. Ante la gravedad de los hechos, el fraile le impuso como penitencia rezar el rosario tres noches seguidas al pie de la horca de la plaza mayor.


Una oscura noche, camino a la plaza mayor se cruzó con una procesión en la que llevaban el cadáver un hombre, al acercarse a preguntar por quien rezaban se entero que el difunto que iba dentro de la caja era él mismo. Al día siguiente, amaneció ahorcado en la plaza mayor don Juan Manuel de Solórzano, provocando gran revuelo entre los habitantes de la ciudad.

De acuerdo con la conseja popular fueron las almas de todos aquellos que murieron en sus manos quienes lo subieron a la horca en la que pereció. Después de lo cual la Audiencia mandó derribar la casa en la que habitara.

Ya muy avanzado el siglo XVIII, el solar fue adquirido por un rico comerciante español llamado Don Juan Manuel González de Cossío (descendiente del emperador Moctezuma Xocoyotzin), cónsul de la ciudad de México, organizador del Regimiento Blanco de Toluca y Caballero de la Orden de Calatrava, que en 1773 recibió el título de conde de la Torre de Cossío en 1773.


Hacia 1781, el conde mandó construir su palacio, hasta el momento se desconoce el nombre del arquitecto que lo proyecto. El palacio es de tres pisos, planta baja que generalmente tenia accesorias al frente para la venta de productos diversos y cuyas rentas ayudaban al costoso mantenimiento de los palacios, el entresuelo ocupado por las habitaciones y las oficinas del administrador de la familia y el piso noble.



A pesar de no encontrarse en esquina, llama la atención el que se haya construido un torreón en la parte superior revestido de azulejos poblanos, el cual sobresale entre las demás construcciones de los alrededores y llama la atención por su incomparable elegancia. Los muros de la fachada están recubiertos de poroso tezontle y los marcos de la puerta principal, las accesorias y los balcones superiores están labrados en cantera, además posee un conjunto de almenas en la parte superior, elementos que saltan a la vista y atrapan la mirada de los transeúntes.



El acceso se realiza a través de un vano alto con arco trilobulado ricamente labrado, enmarcado entre dos columnas estriadas con capitel jónico. Los balcones son de herrería forjada. La azotea luce gárgolas o botaguas en forma de cañones, toda la azotea y el torreón están rematados por altos pináculos a manera de almenas.


El interior, desafortunadamente ha sido modernizado y la monumental escalera que lucía fue demolida, conservándose solo una fuente adosada a uno de los muros del patio con figuras de abanicos y un nicho con la Virgen María, patrona de los condes.



Y como es costumbre, la ubicación de la construcción en un mapa para aquel que desea pasar a saludar.